viernes, 15 de julio de 2011

Cabeza de Tormenta

EDITORIAL: PEPITAS DE CALABAZA

AUTOR: CHRISTIAN FERRER
VALOR:

DISPONIBILIDAD: INMEDIATA

[...] casi no hay anarquistas, o bien sus voces carecen de audibilidad. Quizás nunca hayan existido demasiados, si se acepta que la definición de anarquista supone una identidad «fuerte», esforzado activismo de rendimientos mínimos, y una ética exigente. Las circunstancias históricas nunca les han sido propicias, pero aún así lograron constituirse en «contrapesos» ético-políticos, compensación a una especie de maldición lamada «jerarquía». Quizás el mundo sea aún hospitalario porque este tipo de contrapesos existen. Si en una ciudad sólo acontecieran comportamientos automáticos, maquinales y resignados, sería inhabitable. El anarquismo, pensamiento anómalo, representa «la sombra» de la política, lo inasimilable. Y el anarquista, ser improbable, aun existiendo en cantidades demográficas casi insignificantes, asume el destino de ejercer una influencia de tipo radial, que muchas veces pasa inadvertida y otras se condensa en un acto espectacular.

Destino, y condena, porque al anarquista no le es concedido establecer fáciles ni rápidas negociaciones con la vida social actual, y justamente es esa dificultad la que en algún momento de su existencia hace que el anarquista sufra a su ideal como a un embrujo del que no sabe como librarse. Aquella influencia tiene por objetivo la disolución del viejo régimen psicológico, político y espiritual de la dominación. [...]

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