miércoles, 17 de agosto de 2011

Cuando las Mujeres Eran Sacerdotes

EDITORIAL: EL ALMENDRO DE CORDÓBA

AUTOR: KAREN JO TORJESEN
VALOR:
DISPONIBILIDAD: INMEDIATA

En la sociedad mediterránea antigua, explica la autora de este libro, las mujeres desempeñaban con frecuencia puestos de liderazgo político y social a nivel de familia, pero no en público. De aquí que mientras la iglesia primitiva se reunía en las casas privadas, las mujeres que habitualmente gobernaban sus hogares económica y culturalmente solían regir también las comunidades. Pero cuando el cristianismo emergió de sus enclaves domésticos y la Iglesia se convirtió en institución pública, aquéllas fueron relegadas a la esfera de lo privado, debido a la proscripción de la actividad de las mujeres en la esfera pública en la sociedad grecorromana.
Este libro muestra de modo lógico y convincente que el sexismo y la misoginia, que permanecen hasta hoy en el interior de la iglesia, no derivan de Jesús y de sus primeros seguidores, sino del contexto social en el que el cristianismo floreció. De modo que, quienes niegan a las mujeres la plena participación en el liderazgo de la Iglesia moderna, basándose para ello en la enseñanza y en la praxis de Jesús y de la Iglesia primitiva, están sencillamente equivocados.
Bajo el arco triunfal de una basílica romana dedicada a dos santas, Pudenciana y Práxedes, hay un mosaico en el que aparecen cuatro figuras femeninas... Los rostros de María y de dos santas son fáciles de reconocer. Pero la identidad de la cuarta no está tan clara. Una inscripción de trazos cuidadosos identifica el rostro que aparece a la izquierda del todo como el de Theodora Episcopa, es decir, Teodora Obispo. El masculino de "obispo" en latín es episcopus; el femenino es episcopa. Tanto la figura como la construcción gramatical de la inscripción nos dicen, sin lugar a dudas, que Teodora Obispo era una mujer. Pero la "a" final de Theodora ha sido parcialmente borrada raspando las teselas del mosaico, por lo que llegamos a la turbadora conclusión de que se intentó eliminar la terminación femenina, quzá ya en la antigüedad.
Con esta reveladora imagen comienza una extraordinaria odisea hacia el lugar auténtico que ocuparon las mujeres en las comunidades cristianas primitivas. Este libro –que rompe esquemas y se presenta como una contribución vital al debate sobre las mujeres en la iglesia-, revela no sólo que las mujeres eran sacerdotes, profetas e incluso obispos en las comunidades primitivas, sino cómo y por qué fueron sistemáticamente borradas por la iblesia institucional.

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